in

Amuzgas venden sueños y meses de esfuerzo en prendas de algodón

Elaborar un huipil en telar de cintura con hilo de algodón coyuchi o industrial, tarda de tres a seis meses, por eso las amuzgas de la comunidad de Piedra Pesada, exponen el valor de su trabajo, surgido de la imaginación y del esfuerzo, que enfrenta regateos a la hora de venderlo.

En este municipio de la costa chica del estado, las mujeres visten esos huipiles hechos por ellas mismas en telar de cintura, porque desde pequeñas los elaboran, y es su traje típico que ha cruzado fronteras.

Victorina López Hilario, indígena amuzga que ha ganado premios por sus hilados, ha tomado el patio de su casa, en el poblado de Piedra Pesada, como zona de producción con ocho artesanas que forman la Asociación Flor de Canazuchil, en donde cada una lleva a cabo diferentes tareas.

Las artesanas, vestidas con su tradicional huipil, se reúnen de las 10:00 a las 15:00 horas para tejer y elaborar huipiles, blusas, manteles, bolsas y rebosos. Después de dedicar entre seis y siete horas a su prenda paran para ir a sus casas a atender a hijos y esposo, hacer el aseo y preparar la comida.

Empiezan a formar las prendas con la cosecha del algodón, lo limpian, y lo abaten (golpean) para formar el hilo, que luego es hervido en agua caliente con cáscaras de corteza de árboles que le dan el color y luego lo exponen hasta secarse.

Posteriormente lo enredan para formar una urdimbre, que es cuando está listo para empezar a tejer, el proceso del bordado en el tradicional telar de cintura.

Ahora son pocas las niñas o adolescentes que se ven tejiendo en el telar de cintura, pues ya no se les exige cumplir con ese deber, van perdiendo la tradición cuando antes, a la edad de 7 años, ya empezaban hilvanar.

La tejedora Victorina López Hilario, de 42 años de edad, ha sido reconocida por su trabajo con el Premio Nacional de Ciencias y Arte 2015 en la categoría de artes y tradiciones.

También obtuvo el primer lugar en el premio nacional de arte popular de Fonart en la modalidad de textil 1995 y participó en el primer encuentro Latinoamericano del Tejido Artesanal en Argentina.

Durante la entrevista, Victorina está sentada en una pequeña silla de madera y en cada mano sostiene un par palos que utiliza para golpear o abatanar, el algodón que se cosechó.

El algodón coyuchi fue colocado en un petate tendido sobre un montón de hojas de plátano y dice que es para apoyarse mejor al momento de abatanar el algodón.

Victorina le sigue pegando al algodón hasta que queda completamente aplastado y listo para ir formando el hilo natural y después enredar lo que ellas llaman la urdimbre, una bola de la luego formarán las artesanías.

Dice que tres bolas de hilo que forman de manera natural del algodón coyuchi o blanco alcanza para ir tejiendo una blusa o huipil en el telar de cintura.

El algodón que utiliza Victorina, es el que fue sembrado en agosto del año pasado y cortado en diciembre. Es algodón nuevo. La maestra en el tejido, enreda el hilo en un delgado ganchillo de madera y lo gira apoyada en una jícara para que sea más rápido.

Platica que lo más difícil para ellas es vender su artesanía. A veces la gente no lo compra porque la consideran cara y cuando hacen entregas de mercancía como huipiles, bolsas, blusas o manteles, se los pagan en dos o hasta en tres plazos o tardan.

Un huipil tiene un precio de hasta de 6 mil pesos, dependiendo del hilo, los puntos, el brocado o figuras que el cliente quiere.

Pero también hay huipiles de 2 mil 800, 2 mil 500, mil 200, mil 800 o hasta de 600 y blusas de 400 dependiendo del dibujo y el material que lleva como el hilo y el tiempo de elaboración de tres a seis meses.

“Vendemos una vez cada dos meses una pieza porque un huipil o una blusa no se puede hacer en un mes, depende si es de 400 pesos, se hacen hasta cuatro blusas y a veces a los seis meses se vende una pieza”.

Victorina explicó que el proceso para teñir los hilos dura hasta cuatro días. Ella combina el castellano con la lengua amuzga, porque pregunta a sus compañeras el nombre de algunas plantas o cáscaras de corteza de árboles para obtener los colores naturales y lo repite en español.

Explicó que para teñir los hilos usan corteza del árbol de nanche que da el color café, y de la cáscara del árbol que conocen como murillo obtienen el café oxidado.

Victorina menciona el árbol que le llaman “palo de sangre” y su corteza al momento de hervir da el agua color rojo.

Aseguró que todo los colores que utilizan para teñir los hilos son naturales y extraídos de las cortezas de árboles, ramas, hojas, flores que dan desde un amarillo, el rojo o hasta café.

Por eso Victorina, mientras se cerciora que el hilo está seco, nos dice que quiere que la gente conozca y entienda como trabajan las mujeres amuzgas el telar de cintura y todo el proceso que tiene que realizar de más de cuatro a seis meses para tejer un huipil o una blusa.

Por el momento, sus diseños de huipil, blusa, reboso, bolsa y mantel los venden en la Ciudad de México, con el apoyo de una profesora de la Universidad Autónoma de México (UNAM).

La artesana Victorina López Hilario dice que desde los seis años aprendió a tejer con la ayuda de su madre y desde los 19 años empezó a enseñar a otras mujeres.

Victorina dice que para hacer un huipil como el que ella trae puesto y que es el de gala, cuesta 6 mil pesos y se requiere tres bolas de hilo. Para hacer una urdimbre hay que empezar desde las 06:00 de la mañana y terminar a las 10:00 u 11:00 de la mañana antes que el sol caliente.

En el telar de cintura, lo mismo hacen piezas con algodón natural y que con hilo industrial. Utilizan tres tonos de algodón como es el blanco, algodón coyuchi y verde.

Cada mujer amuzga utiliza su imaginación para hacer los dibujos en los huipiles, blusas, bolsas, reboso o mantel o también de acuerdo con el pedido del cliente.

Aida López Hilario es otra artesana amuzga que no entiende el castellano. Elabora un huipil de brocado con hilo de tinte natural y dice que las figuras son de su imaginación. Felicita Valtierra López, tampoco habla bien el castellano. Elabora una bolsa con hilo industrial de algodón de azul turqueza.

El costo del huipil es de acuerdo con el trabajo, algunos tienen dibujos sencillos y otros laboriosos porque son dibujos muy finos. “Aquí ya tenemos la idea, a veces hacemos animales, pájaros, conejos, para nosotros ya es fácil”.

Elida Jerónimo Macedonio elaboró huipil. Es tímida, y Victorina también plática con ella en su lengua mixteca y me traduce que tardó una semana. Maribel López Hilario, elaboró un huipil sencillo y lo concluyó en un mes. Invirtió más de 600 pesos, aparte la mano de obra y a la venta sería de mil 800 pesos.

Maribel López desde los 10 años de edad se ha dedicado a tejer en telar de cintura y ahora no todas las mamas les enseñan a sus hijas. En las comunidades de Xochistlahuaca, no hay otro trabajo para las mujeres, por eso desde pequeñas se dedican a tejer.

“Tenemos ese problema para vender porque hay demasiadas que hacemos esto, por eso tenemos que salir fuera para vender nuestro producto”. “La verdad está un poco difícil porque Victorina va cada 15 días o cada mes a vender y a veces no lo consigue.

Maribel López combina su trabajo como artesana y el de ama de casa. Se levanta temprano a preparar el desayuno, alistar a sus hijos para la escuela y a las 10:00 empieza a tejer. A las 16:00 horas vuelve a casa a preparar la comida.

Lamentó que poco a poco se vaya perdiendo la tradición en tejer en el telar de cintura pues con la tecnología, las niñas prefieren estar pegadas en el celular, tabletas o televisión, aunque algunas mamás enseñan a sus hijas los fines de semana nada más.

NTX

What do you think?

107 Points
Upvote Downvote

Written by Editor

Comments

Deja un comentario

Loading…

0

Mejoró productividad laboral en primer trimestre, creció 1.5% anual

Tlalpan, con déficit de siete millones de pesos en seguridad pública